Existe un océano y existen aquellos que se embarcan en él.
Este océano es duro y hostil, y todos los días miles de hombres se pierden en su inmensidad. Pero no somos uno de ellos, no nos alcanza con salir y navegar.
Nosotros queremos conquistarlo. Y los que nos dedicamos a la conquista, no hay nada que nos pueda conformar, ni siquiera su inmensidad. El mar también es un espejo y la marea nos devuelve incluso aquello que nos cuesta aceptar… y es que de tanto remar, uno aprende que hay olas que es mejor dejarlas ir.